Darwin en Tahiti; diciembre de 1835:
“Nada me ha alegrado más que sus habitantes.
En la expresión de sus rostros hay una dulzura que prohíbe de entrada pensar en lo salvaje, y una inteligencia que muestra que se adelantan en la civilización.
La mayoría de los hombres van tatuados, y esos ornamentos acompañan con tal gracia el dinamismo del cuerpo que el efecto es muy elegante.
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